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Casa Cerámica

2019

Mención Premio 2020 – CAPBA obra construida / Vivienda entre medianeras

Autores: Ezequiel Spinelli, Facundo S. López

Estructura: Julian Lafuente / Gastón Flores
Fotografías: Luis Barandiarán

 

Nos convocó una pareja joven, originalmente de la Patagonia. Nos pidieron una casa de barro, pero les propusimos hacerla en ladrillo cocido, un material barato y de gran calidad, durable, apto a las humedades de nuestros climas.

Mucho tiempo después de hacer la casa, llegamos por azar a unos hornos de ladrillo en esa Patagonia de la que esta gente era oriunda. Vimos cómo preparaban la tierra, cómo juntaban leña, y la secaban y apilaban junto al barro crudo. Cómo prendían el fuego. Tomamos nota del proceso por el cual, en definitiva, nuestra casa había sido construida. El proceso anterior a que compráramos esos ladrillos. Y al mismo tiempo, una artista plástica nos hizo una maqueta de la casa en barro crudo. Unos años después, pudimos construir un horno de ladrillo, con una bóveda, para quemar la maqueta y convertirla también en cerámica, eco de procesos constructivos complejos, largos, trabajosos, que a veces en la construcción se nos escapan. Una casa hecha solamente de ladrillo.

La pareja vive en la ciudad de Buenos Aires y desea alejarse del centro. Decide construir una pequeña casa cerca de la ciudad de La Plata, en un barrio tranquilo que quizás les recuerde algunas calles de tierra de su provincia. Tienen algunos ahorros y un terreno para construir futuros recuerdos. Durante las primeras reuniones, conversamos sobre las posibilidades materiales para construirla, y plantean la posibilidad de construir la casa en barro crudo. Imaginan quizás una casa de adobe, pero el lugar es demasiado lluvioso. Les proponemos cocinar el barro y diseñamos una casa en ladrillo cocido. Muros, pisos y techos serán cerámicos. Pintamos de blanco los paramentos para definir los planos verticales y aclarar algo el espacio. Aunque no demasiado. Una bóveda gobierna el carácter doméstico. El ladrillo, omnipresente, recuerda en sus texturas y en la memoria del fuego utilizado para cocinarlos, a los hornos-talud de Neuquén, que también los usuarios de esta casa tienen adheridos a la memoria.

La casa se vuelca hacia un patio lateral, una extensión de la casa, un espacio tan importante como los otros. Es el escenario de la vida al exterior, es la galería en el rancho, el jardín en la chacra, el patio de la casa urbana.

Algunas veces hablamos del fuego, ellos recuerdan la infancia en el Sur argentino (o quizás lo inventamos nosotros). El ritual del asado nos sugiere por un lado una parrilla, casi un accidente crecido en el muro, y un fogón en el piso del patio, para devolverles aquí esas memorias de allá. Esos fuegos, además, serán el calor y la luz de muchas peñas por venir, en las que él tocará la guitarra y cantará en las noches templadas, mientras ella avivará las brasas del asado.